martes, 15 de septiembre de 2009





lunes 14 de septiembre de 2009




Alguien muy poderoso quiere muerto a José Pimentel
La semana pasada, el martes 8 de septiembre, conversé en San Carlos (Cojedes) con el dirigente campesino José Pimentel. Hablamos sobre el atentado que sufrió en marzo; el hombre recibió entonces cuatro disparos (en el rostro, el pecho y un brazo) y sobrevivió. Setenta y dos horas después de nuestra entrevista (viernes 11 de septiembre) volvieron a atentar contra su vida. Esta vez le dieron tres tiros más. Nuevamente sobrevivió al ataque, pero sufrió pérdida de masa encefálica.
Estos atentados han sido perpetrados por sicarios, ordenados por uno o más terratenientes, y cuentan con la complicidad de una asquerosa red de jueces y autoridades regionales. Van 219 campesinos muertos por este tipo de acciones. Estamos en una guerra en la cual los ricos ponen el plomo y nosotros los muertos. Y todavía hay cachorros que quieren voltear al país cabeza abajo porque a media docena de mamagüevos les dieron unas patadas por el culo en la avenida Urdaneta.

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Tuve que esperarlo durante dos horas más de lo previsto porque se encontraba en la sede regional del INTI realizando una labor para la cual se le llamaba con alguna frecuencia: mediar entre dos grupos de campesinos que tenían desacuerdos. Pimentel es un líder carismático y se ha hecho respetar entre sus colegas, entre las autoridades regionales y locales, entre los campesinos organizados de todo el país (de quien sí no ha obtenido respeto es de unos cuantos terratenientes, de esos que consideran a la propiedad privada -de ellos- más importante que la vida -de otros-). Finalmente, el encuentro se dio en un local de San Carlos (Cojedes), a unos 200 metros de donde atentaron contra su vida el 4 de marzo. Setenta y dos horas después de esta entrevista han vuelto a atentar a balazos contra la vida de José Pimentel.
Casi toda la conversación giró en torno a la primera vez que lo atacaron a balazos, y sobre las circunstancias de ese atentado.
"No sabía que era conmigo"
Relató que ese día (4 de marzo de 2009) se encontraba con un grupo de ocho amigos en la pizzería Sagitario, en el centro de San Carlos, en horas del mediodía. Que de pronto un sujeto se paró frente al grupo y comenzó a dispararle. "Yo ni siquiera sentí los tiros, nada más me puse al igual que los demás a tratar de apartarme, porque no sabía contra quién estaba disparando aquel hombre. Hasta que me vi un chorro de sangre en el brazo izquierdo; entonces me di cuenta de que era conmigo la cosa". Eso que Pimentel llama "la cosa", en su primera parte, terminó con dos balazos en su cuerpo: uno en el brazo y uno en el pecho. Luego el sujeto se subió de parrillero en una moto, en la cual lo esperaba el conductor. Al ver que el dirigente campesino todavía estaba de pie, tomó la pistola con la otra mano (la izquierda) y efectuó desde la moto varios disparos más. Esta vez una bala lo alcanzó en el pecho y otra en el rostro. La bala entró por la mejilla y salió por la parte de atrás del cuello, sin afectar ningún órgano. En la pizzería-heladería donde ocurrieron los acontecimientos todavía quedan huellas de los impactos de bala, en la puerta, la pared y una mesa. No hace falta que Pimentel confiese ser religioso o que en efecto lo sea, pero en cada minuto de su relato se detiene para comentar que fue Dios quien decidió que saliera de esa con vida.
Sus compañeros lo trasladaron al hospital, que queda a unas ocho cuadras. Allí le dieron los primeros auxilios y lo internaron de emergencia, pero sus familiares y el Movimiento Campesino Jirajara gestionaron su traslado a otra parte, ya que nada que esté en jurisdicción del estado Cojedes les merece confianza (sobre esto versará la siguiente parte de esta nota). Fue llevado entonces al Hospital Militar de Caracas. A José Pimentel se le descompone el rostro recordando el dolor de aquel traslado: "Me llevaron en el helicóptero-ambulancia hasta Maiquetía. Desde ahí al hospital la ambulancia tardó como dos horas, no sé por qué razón. Cada vez que esa bicha caía en un hueco yo sentía que me estallaba el pecho. Tenía varias costillas fracturadas".


Pimentel muestra las heridas producto del primer atentado

Más que amenazas
Pimentel, de 49 años, pertenece a un movimiento de campesinos que ha tomado varios fundos de los cuales se había denunciado ante el INTI (y anteriormente ante el IAN) que estaban improductivos y que pertenecían al Estado. Las familias Boulton y Toledo aseguran ser dueñas de la titularidad de esas tierras, ubicadas en La Flecha, San José y Manfralex. "Son tierras clases 1, 2 y 3, aptas para cultivo; quienes dicen ser sus dueños las han destinado a ganadería". A raíz de estas tomas Pimentel y sus compañeros comenzaron a recibir amenazas, y algo más: en octubre de 2008 a una familia le quemaron la casa e intentaron violar a una mujer frente a sus hijos, a quienes los inmovilizaron colocándoles pistolas en la boca.
"Una vez estábamos haciendo una inspección con funcionarios del INTI y nos cayeron seis hombres a caballo, armados y amenazándome directamente. Me dijeron que me saliera de esas tierras porque yo era el 'chicharrón' de ellos. A esos hombres los capturaron y los llevaron al comando policial de Las Vegas, pero la jueza Primera de Control fue allá en persona a decir que soltaran a esos muchachos, y los dejaron libres".
A raíz de estas situaciones, Pimentel solicitó para sí una medida de protección policial, misma que le fue concedida por la jueza 4ta., de Control del estado Cojedes, Romelia Collins. Al cabo de unos pocos días la medida fue revocada a petición de la abogada Adelaida Pérez, y Pimentel fue a los tribunales a pedir una explicación. El productor agrícola no sabe si contar lo que le dijeron con humor o indignación: "El presidente del Circuito Penal me dijo en mi cara que me dejara de esas cosas, que no me metiera en problemas, porque el dueño de la finca Manfralex, Manuel Toledo, era su amigo". Volvió entonces a pedir protección policial, la cual le fue negada hasta que el 4 de marzo lo agredieron a tiros. Desde entonces hasta el viernes 11 de septiembre, fecha del segundo atentado, contó con el acompañamiento de un funcionario policial.
"Ahora ando todo el tiempo a la defensiva", me confesaba Pimentel. "A veces se me acerca a saludarme alguien que no conozco o no recuerdo y me pongo tenso, porque no sé si es alguien que viene a joderme. Igual cuando me paro en el semáforo y me pasa un motorizado por el lado". Ese era el estado anímico de Pimentel para el momento del segundo atentado.
¿Y las autoridades del estado y del municipio?
"El alcalde y el gobernador se movieron bastante cuando me tirotearon, se comportaron a la altura. Pero después de eso ya es imposible hablar con ellos".


Pimentel entrando al local donde atentaron contra su vida el 4 de marzo

El testigo que no fue
Hay dos detenidos en San Carlos por el primer intento de asesinato. Son ellos Wranglelhits Enrique Pacheco y Melquiades García. El primero es el sicario que le dio los cuatro tiros a José Pimentel, y el segundo un taxista encargado de contratarlo. "Por supuesto que el taxista lo que hizo fue subcontratar al otro, yo no conozco a ese señor ni tengo problemas con él. Yo sospecho de los dueños de los fundos tomados, pero creo que las investigaciones no llegarán tan arriba, al menos mientras el juicio esté radicado en Cojedes. Por fortuna van a radicarlo en Aragua por orden del TSJ".
En esta clase de enredos siempre hay daños colaterales, y en este en particular el perjudicado fue Mario José Santacci, un humilde parquero de la pizzería donde atentaron contra Pimentel. Hace dos semanas lo emboscaron al salir de su trabajo y lo asesinaron de 15 disparos. Pimentel había hablado con él porque pudo haber sido testigo del atentado, pero Santacci no fue a trabajar ese día. "Creo que lo vieron hablando conmigo y se la cobraron", es el dictamen de José Pimentel. Hay un sujeto, familiar del taxista detenido, que se fugó de un retén de menores la noche del asesinato y regresó en la madrugada. Hacia allá se dirigen las investigaciones.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Dirigente campesino es abaleado por sicarios en Cojedes


Dirigente agrario José Pimentel es abaleado por sicarios a las afueras del Inti en el estado Cojedes



Viernes, 11 de Septiembre de 2009 22:42
Misión Boves / Movimiento Campesino Jirajara para Insurrectasypunto
Es el segundo atentado en lo que va de año, su estado es incierto. A siete meses (4 de marzo) de haber sobrevivido a un primer atentado sicarial, hoy 11 de septiembre a las 12 y media del mediodía, José Pimentel —dirigente agrario del Frente Unido Campesino de San Carlos y del Movimiento Campesino Jirajara— fue nuevamente abatido por las balas del sicariato terrateniente.
Aproximadamente a la misma hora (12:30 del mediodía), y frente al quiosco dentro de las instalaciones del Instituto Nacional de Tierras (INTI) —capítulo Cojedes, un motorizado con parrillero le propina dos tiros mortales al dirigente frente a testigos y a plena luz del día, hiriéndolo de gravedad en la cabeza. Su actual estado de salud es incierto.
José Pimentel ha sido un reconocido dirigente de las luchas del campesinado sin tierra del estado y era uno de los principales promotores de la conformación del Frente Nacional Campesino Simón Bolívar, instancia que pretende articular y coordinar a nivel nacional a todas las formaciones militantes en la lucha por la tierra. Tras el primer atentado la amenaza de muerte ha sido constante y vigente. A pocos días de la primera intentona, Pimentel fue amenazado y amedrentado por cinco sujetos. Frente a la situación, el dirigente solicita protección policial y los cinco ciudadanos pasan a ser averiguados. La Jueza Cuarta de Control del estado Cojedes concede en principio la solicitud de protección. En este punto es importante recordar que en el caso del primer atentado, Wranglelhits Enrique Pacheco, actualmente detenido, es imputado como el autor material del conato y Melquíades García, quien subcontrata a Pacheco para realizar el trabajo, también se encuentra en la actualidad tras las rejas. Y aquí es donde el relato se enrarece: tras evaluar a los cinco ciudadanos la Jueza Primera de Control desestima las amenazas, los cinco ciudadanos son puestos en libertad y se pasa la orden para revocar la medida de protección. Medida que deja en entredicho la posición de ambas juezas.
En el primer caso, se sospecha que el detonante de los atentados fue producto de la lucha llevada a cabo por el movimiento campesino por la recuperación de la finca Manfralex, propiedad de un señor de apellido Toledo. Vox populi, tanto Toledo como un señor de apellido Boulton se le atribuyen la autoría intelectual del primer atentado, y poco descarta que también estén relacionados en el segundo.
Que a siete meses de la primera intentona no se hayan tomado medidas de mayor contundencia se desprende la más clara lectura: la seguridad del proletariado rural no es motivo prioritario para el aparato jurídico y de seguridad cojedeño. Nuevamente queda patente la connivencia acostumbrada entre la ley y los propietarios.
La lista de dirigentes agrarios asesinados por el sicariato paramilitarizado desde la implantación de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario en 2001 ya circunda alrededor de los 220 (contabilizados) en lo que va de año. Esta guerra silenciosa, aunque descaradamente declarada por los terratenientes y sus instancias organizativas (Fedenaga y su presidente Genaro Méndez a la cabeza) se hace cada vez más insostenible, y cada vez queda más en evidencia la orgánica articulación entre el latifundio retardatario y sus diversas manifestaciones: acaparamiento, control de instancias claves del aparato tanto del sector privado como el gubernamental, bien se trate de los tribunales agrarios, la institucionalidad o desde el amplio espectro de actividades desestabilizadoras —tráfico de armas, drogas y gente, empleo de fuerzas paramilitares y parapoliciales y focos de corrupción— ellos no van a retroceder y su accionar es claro y descarnado. Este es, a todas luces, un crimen político.
De cara a la actual coyuntura, con la amenaza imperial en ciernes y con la activación de células paramilitares colombianas en el territorio nacional, cabe hacerse, una vez más, la misma pregunta: ¿Qué hará la Defensoría Agraria, el PSUV, la gobernación del estado Cojedes ante esta amenaza de la que Pimentel es expresión puntera? ¿Nuevamente será revestido bajo el manto de la impunidad? No existe argumento para esgrimir un caso de “ajuste de cuentas”, la típica criminalización no procede. ¿Por cuenta de quién corre la protección del pueblo campesino? La soberanía alimentaria no se circunscribe a la mera producción de la tierra, también se trata del derecho a hacer vida de quien produce la tierra, que es quien la trabaja —los únicos con verdadero derecho de propiedad—, soberanía también implica protección y correcta administración de justicia.
Mientras la plataforma mediática fascista siga disminuyendo y burlando la presencia del paramilitarismo y de su estrecho vínculo con la oligarquía local, más en evidencia quedan de cara a la historia. Nadie puede engañarse, es indudable quiénes son los responsables, lo refleja la lucha de clases. ¿Qué piensa hacer la justicia del Estado?
José Roberto Duque entrevistó al compa para El Correo del Orinoco sobre el primer atentado contra su vida, 72 horas antes de que atentaran contra él por segunda vez. El primer atentado fue el 4 de marzo.